Por Tomás Rodríguez.
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| Sterling, Ballotelli y Coutinho. (Imagen cortesía: |
Con prisa y sin pausa
Se
trataba de un partido decisivo ya de instancias finales donde cualquiera de los
conjuntos obtendría un elixir anímico para sus fanáticos y para sus jugadores.
No le podían dar paso a la caballerosidad o a sonrisas nerviosas porque sabían
que las portadas del día siguiente serían favorables para solo uno de ellos:
Chelsea o Liverpool.
El
terreno fue preparado, eso sí, con una gran antesala. Mientras los jugadores
estaban expectantes en el túnel que conducía al césped, el estadio
estaba a total oscuro mientras solo brillaba la pantalla electrónica con un
vídeo inspiracional de los jugadores e imágenes de partidos. Al fondo el grito
y la emoción de todos los hinchas londinenses. La puesta en escena fue
espectacular, una completa atmósfera de emoción al borde.
Solo
una delgada línea podía mantener la calma entre ambos conjuntos, esa que el
árbitro puede determinar en fracciones de segundos. Sonaba el silbato. Las
revoluciones de velocidad se dispararon en el balón. El equipo blue mantendría el cuadro de combinación
de pases entre Fábregas, Oscar, Hazard y Costa.
Los
de Gerrard y compañía estaban conscientes de que sería una difícil batalla
donde no podía dejar ningún espacio al hueco y, al contrario que su rival,
debían hacer uso del contraataque con su pieza magistral: Sterling, eso sí,
acompañado de Coutinho. Mignolet en la arquería era el indicado para evitar un
grito de gol local acompañado de 40.000 gargantas.
Decir
que no tuvieron ocasiones claras, sería negar un poco la realidad de un balón
que no tuvo descanso durante 45 minutos y poca fue la oportunidad que tuvo de
salir disparado desde un tiro de esquina. Aunque siempre estuvieron cerca de
las áreas rivales no hubo una jugada puntual de peligro. El mayor riesgo lo
tuvo Diego Costa. Un pisotón a Emre Can que el árbitro no pito encendió la
chispa de la polémica y la intensidad de ambos equipos que en varias ocasiones
discutieron acaloradamente.
Intento de capitán
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| Discusión entre Gerrard y Diego Costa. (img.bleacherreport.net) |
La
segunda parte no despidió a la velocidad con la que se jugó el primer tiempo,
más bien la mantuvo. Era la expectativa de todos, quién podría resistir más. La
defensa red a cargo del Škrtel estuvo
atenta en todo momento para dejar limpia su área. Mientras que Oscar probó algunos
tiros poco efectivos por medio de tiros libres. Las amarillas empezaron a
propagarse.
El
primero fue Emre Can, luego Škrtel y finalmente Gerrard quienes se toparon que
la rigidez de Costa. El roce entre el capitán legendario con el jugador del
Chelsea provocó la reacción colérica de ambos jugadores que por esa acción
recibieron color amarillo.
Poco
a poco se fue apagando la defensa local que proponía Filipe Luís, Ivanovic,
Zouma y Terry. Los ataques impregnados de rapidez venían tras cada balón robado
en los fallidos intentos del Chelsea. La jugada la construía Gerrard acompañado
de sus jóvenes compañeros Sterling y Coutinho, desde el medio campo hasta el
área donde en más de dos ocasiones Courtois fue el salvador de los blue con manos bien colocadas.
Al
minuto 70’ se producía un cambio donde Rodgers demostraba confianza y creía que
lo imposible se podría lograr. Salía Marković e ingresaba Ballotelli. Era la
esperanza. Uno, dos y hasta tres tacos magistrales hizo para habilitar a sus
compañeros cuyos disparos se iban fuera del arco y Gerrard chutó en varias
situaciones, pero sin resultado.
El héroe, de nuevo
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| Ivanovic con el remate a gol. (www.independent.co.uk) |
Si
el ansiado público londinense no había podido gritar gol también fue por las
paradas que realizó Mignolet al final del segundo tiempo donde el Chelsea quiso
evitar toda opción de prórroga, sin embargo las manos y pies del arquero belga
lo impidieron. Era inevitable, habría que sufrir.
Resistir
por noventa minutos y un poco más es lo que se espera de un jugador
profesional, pero cuando le toca jugar un tiempo extendido de 30 minutos
empieza a consumir la batería para el próximo encuentro que tenga. Uno debía
decidirse a marca para evitar la fatídica tanda de los penales que, en caso de
que perdiera el Chelsea, significaría la derrota más dramática y la más peleada
hasta el momento. Pero surgiría un héroe.
Minuto
94’, falta a favor de los blue. No
significaba mayor peligro para los visitantes al parecer, solo tocaba defender
y salir a atacar. Todos los jugadores tenían una marca asignada. Ya en posición,
Willian se dispone a lanzar el centro. Ballotelli tiene asignada la marca de
Ivanovic y en décimas de segundos corre hacia un lado. Mario abandona la marca.
Se congela. Sus ojos detenidos ven el balón mientras va cayendo con efecto. No
salta. Ivanovic remata con la testa y sorprende a Mignolet. Gol. Locura en
Stamford Bridge.
El
resto solo era historia. El Liverpool se veía forzado a retirarse de un torneo
en el que hasta ahora es el máximo ganador con 8 títulos, mientras que Mourinho
podía mantener el prestigio de su equipo tras ser eliminado de la FA Cup. La
final les espera el 1 de marzo en Wembley, solo falta el rival: Sheffield o Tottenham.
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